Entradas

Borrando

Lo que yo quiero es arrancarme a mí de ti.   No es solo sacarte de mi vida, es desenterrarme de la tuya,   borrar cada huella de mi error,   como quien borra su reflejo de un lago en calma antes de ser perturbado.   Me ahoga el asco de haber creído en la ilusión   con la que alguna vez mis ojos te vistieron de luz.   Me avergüenza haber encontrado belleza   donde solo había un abismo devorando su propio eco.   Entre tú y yo, apenas queda un hilo delgado,   sosteniendo esta farsa agonizante,   una fibra tenue que no corto por no herir a quien si me importa.   Pero tú… tú no vales el sacrificio de nadie.   Todo a su tiempo y en su turno, eso sí lo aprendí de ti.   Y cuando llegue el mío, no quedará ni ceniza de lo que fui contigo.

2015

Un día me morí,  hubo mucha sangre, nadie supo.  No hubo un último suspiro dramático ni un cuerpo desplomado en el suelo. Fue una muerte silenciosa, invisible, de esas que ocurren en el alma y no en la piel. Me morí y en esa tarde mi mente gritaba, pero mi boca guardaba silencio. Morí y los abrazos que necesitaba, nunca llegaron, las palabras que quise decir se quedaron atrapadas en mi garganta durante ya casi 10 años. Ese agosto 2015 me sumió en una profunda oscuridad y aunque nadie lo supo, fue una muerte lenta, discreta, sin funeral ni luto. El mundo siguió girando, la gente siguió riendo, el sol salió al día siguiente como si nada hubiera pasado. Pero yo me rompí en pedazos y nadie vió las grietas.

30 y 5

Si hoy la vida comenzara, sería apenas un susurro del viento, una gaviota desplegando alas sobre el horizonte, una ola que despierta besando la arena. Si nos quedaran treinta años, seríamos viajeros del viento y la espuma, navegantes de cielos abiertos, barcos de velas blancas aprendiendo a domar las tormentas, dejando que  nuestra historia se pose en el murmullo de la noche. Tendría treinta años para amarte con la ternura de la brisa, para respirarte, para vivirte, para perdernos  y encontrarnos, una y otra vez, en el atardecer de tu boca. Si solo faltaran 30 años... Dime, ¿alzarías vuelo conmigo?

Espera

En pausa, como un otoño sin fin, donde las hojas caen pero nunca tocan el suelo. Un pastel mordido, un café frío… contigo los días son inviernos eternos y veranos sin sol, donde el tiempo pesa como una niebla densa. Prefiero la distancia de tu sombra a la presencia de tu cuerpo. Crees que mi silencio es nostalgia y mi retirada es un juego, pero no. Amo el eco lejano de tu voz, que no se entiende, que no me toca. Tu orgullo te ciega, y mientras crees que me tienes, yo nunca he estado más lejos de alguien que de ti. Tus carencias me privan de mi, tu presencia me intoxica, y lo único que quiero es librarme... sin culpa.

A 2 esquinas

Lo único que quiero que se me cruce de nuevo en la vida, eres tú.

Por la tristeza los conocereis

Quisiera escribir sobre otro amor, acerca de otro dolor, desde otro despecho, pero no puedo. Sería como escribir sobre un papel ya entintado con letras, como alumbrar el sol con un bombillo o como apagar la noche más oscura. Quisiera llorar por otro nombre, pero hasta mis lágrimas te pertenecen; el propio dolor tiene en mí tatuada tu risa como si se burlara infinitamente de mí. La ausencia de ti inunda caudalosamente cada poro de mi ser, coloniza mis sentidos y vive abrumada paseando por tus recuerdos. Anoche, dibujé un corazón, uno roto, amoratado, cosido, relleno de parches color esperanza, unido a un hilo de ilusiones desgastado por el tiempo. ¿Cómo te encuentro? Si te busco en cada sombra y en la lluvia desbordada, si te diluyes en mi mente, si te tropiezas en mi alma, ¿cómo te reconstruyo conmigo? Si ya dejé de ser yo y tú no eres más quien estuvo conmigo. Mientras hay vida hay esperanza, pero yo me morí cuando te desvestiste de mí.

Desprenderse

 Debo aprender el difícil arte de desterrar tus memorias, como pájaros en vuelo que abandonan su nido.  Desligarme de la necesidad de tu presencia, como la luna que renuncia a la compañía del sol en el firmamento.  No puedo seguir siendo un marinero perdido en el mar de tu ausencia, buscando tu rostro en cada ola que rompe en la orilla.  Debo borrar las huellas de tu paso por mi alma, como la marea que borra las pisadas en la arena.  Aprender a desvanecer la idea de que somos como dos astros orbitando en un mismo universo, destinados a colisionar una y otra vez. Es tiempo de liberarme del peso de tu recuerdo, como un árbol que deja caer sus hojas en el otoño. Quiero ser como el viento, que acaricia sin ataduras, que no se aferra a nada ni a nadie. Quiero aprender a no necesitarte para ser completa, para ser libre de ti y de todo lo que representas en mí.  Pero desconozco el camino de regreso.